Formas de estar

Yo nací en tu casa con palabras de la Biblia,
y allí estabas callado, con tus libros,
junto a mi madre y a mis pequeños hermanos.
Allí estaban tus noches,
todavía con las estrellas de otro mundo,
y allí tu amorosa soledad, tu vida, tus recuerdos.
Y allí estaba yo como una angustia para ti,
y tu trabajo y el sudor de tu frente

Mi padre, el inmigrante
Vicente Gerbasi
Canto XXIV

* * *

Sin embargo, Gerbasi no lo puede decir bien
habla otra lengua
tiene otro registro.

* * *

Al despertar, en la sala, hay libros dispersos; en la mesa, en los muebles, en el piso incluso. La tarea de la mañana consiste en buscar y reordenar la biblioteca personal. Alrededor, ambiente sonoro, cualquier LP: una banda sonora, un compositor del siglo XIX, un poco de llano en llamas.

Aquí estoy yo, vengo a jugar béisbol, vengo a jugar con los carros, vengo a dibujar con tiza en la alfombra, vengo a correr en los escasos metros de la sala al baño: permiso…

Se despertó Manuel. Chocamos en medio de los cuartos mientras regresaba del baño a la sala. No pasó nada. Ahora corremos los dos y competimos.


El cine no fue la clave. Mil disculpas. Tenemos los tiques pero no vamos todos. Errancia frente a la gran pantalla: deriva multiplicada en el mall, la «nueva antigua plaza» —dijiste—: todo está ahí.

Sin embargo, alguna película vimos y nos reímos.

¿Dónde estabas?

Un nuevo no-hay-papá ante la puerta, representado, reacontecido.

La plaza estaba ya más sola. Sola a solo, torre atravesada. Christopher Walken médium que trae a su esposa de vuelta con un LP, con una sonrisa, con la carátula.

Padre, canta. Padre, siéntate y escucha: ahí se vienen todos los nombres regados que fueron quedando destierro tras destierro. Canta, padre, canta, que te escuchamos en el Valle del Cauca, en Santa Marta, en Sincelejo, en la costa; y te escuchamos en Lechería, en Barcelona, a quinientos kilómetros por hora por los llanos… te escuchamos. Pero canta, porque somos unos tipos, unos tipos duros, y los tipos duros no lloran…


Silencio. Es esta quizá la mayor herencia: un silencio. Es verdad, se rompe en otras partes, se repliega a veces ante los personajes y maniquíes cotidianos. Pero es un río subterráneo continuo, prolongado.

—¿Qué hago con esto, padre, con tanto silencio?
Hijo, todo esto es tuyo

Buscar el tono, la clave de esa mudez ese silencio.

¿Silencio de dos por cuatro, de dos por dos?
¿con qué ritmo?
¿con cuál tiempo?

Aún estoy domesticando su ruido.

[Del poemario inédito

Formas de estar]



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